Caupolicán fue ejecutado en la plaza de la ciudad de Cañete el año 1558. El capitán Alonso de Reinoso le condenó a morir en el suplicio de empalamiento, para escarmiento de los indios: mientras el palo iba destrozando sus entrañas, un grupo de indígenas leales a los españoles le lanzaban saetas con sus arcos. No todos sus enemigos estuvieron conformes con este trato.